Que lindo es el fútbol. Sin duda alguna es uno de los mejores deportes que se practican en el planeta. Prácticamente se juega en todos los países del mundo, y en el nuestro no es la excepción. En Chile el fútbol es el deporte madre, y como tal recibe todo el respeto por parte de la gente. Nuestro emblema es la selección nacional, porque como dicen algunos, no juegan solo once, jugamos todos los chilenos.
Sin duda que todos somos parte de la selección. Sufrimos y nos alegramos con los jugadores. Los seguimos en las buenas y en las malas. En la victoria y en la derrota. Somos incondicionales, o por lo menos eso pensamos nosotros.
Como nos sentimos parte de la selección no podemos evitar comentar, analizar y criticar todo cuanto podamos. Antes de que se presente la nómina de jugadores hablamos de los jugadores y del técnico. A los primeros los alabamos si juegan bien en sus clubes, si no juegan los entendemos y le buscamos una explicación coherente para justificarlos. Al segundo lo perseguimos para que nos entregue una exclusiva sobre sus planes para los partidos. Todo es color de rosa, por lo menos hasta que se anuncia quienes compondrán el equipo. Nunca quedan todos felices, entonces empieza el baile. Se analiza a los convocados, se critica si se dejó afuera a alguno de los "grandes", se critica si se llamó a alguien que nosotros no consideramos digno. Pero lo que siempre aparece es la esperanza y los aires de grandeza. Tanto así que a selecciones como Bolivia, Perú y Venezuela se les considera rivales indignos para una selección como la de Chile. Puntos seguros. Nos llenamos la boca especulando cuantos goles les vamos a meter. Hacemos encuestas preguntando quién será el jugador chileno que meterá más goles. Somos los mejores.
Llega el día del partido -Bolivia vs Chile- y todos somos uno. Tenemos fe ciega en lo que pueden hacer los jugadores, total, el equipo rival es de menor nivel y la victoria está casi garantizada. Antes del inicio del cotejo nadie se atrevería a decir algo negativo del entrenador, es un crack, o de los jugadores, son todos estrellas. El partido es jugado a un nivel mediocre, ninguna sorpresa, pero Chile gana. Durante la transmisión uno escucha a los relatores de Canal 13 criticar el desempeño de la mayoría de los jugadores y concuerda plenamente. Jugamos mal, pero ganamos, esa es la conclusión, por lo menos hasta unos cuantos minutos más tarde en que aparece "Don Aldo" haciendo su magnífico análisis. Por Dios que manera de ser más hipócrita. Si hay alguien que siempre critica a la selección ante de los partidos, jugadores y entrenador, es él. Todo está mal hecho. Pero curiosamente después de que Chile gana, ajustádamente, todo es perfecto. Nuestros jugadores son excelentes. El entrenador es el mejor. La victoria inapelable. Si señor, un análisis perfecto... Pero el no tiene toda la culpa, ya que solo hace lo que hacemos la mayoría todo el tiempo, odiar y luego amar, amar y luego odiar.
Sin duda que todos somos parte de la selección. Sufrimos y nos alegramos con los jugadores. Los seguimos en las buenas y en las malas. En la victoria y en la derrota. Somos incondicionales, o por lo menos eso pensamos nosotros.
Como nos sentimos parte de la selección no podemos evitar comentar, analizar y criticar todo cuanto podamos. Antes de que se presente la nómina de jugadores hablamos de los jugadores y del técnico. A los primeros los alabamos si juegan bien en sus clubes, si no juegan los entendemos y le buscamos una explicación coherente para justificarlos. Al segundo lo perseguimos para que nos entregue una exclusiva sobre sus planes para los partidos. Todo es color de rosa, por lo menos hasta que se anuncia quienes compondrán el equipo. Nunca quedan todos felices, entonces empieza el baile. Se analiza a los convocados, se critica si se dejó afuera a alguno de los "grandes", se critica si se llamó a alguien que nosotros no consideramos digno. Pero lo que siempre aparece es la esperanza y los aires de grandeza. Tanto así que a selecciones como Bolivia, Perú y Venezuela se les considera rivales indignos para una selección como la de Chile. Puntos seguros. Nos llenamos la boca especulando cuantos goles les vamos a meter. Hacemos encuestas preguntando quién será el jugador chileno que meterá más goles. Somos los mejores.
Llega el día del partido -Bolivia vs Chile- y todos somos uno. Tenemos fe ciega en lo que pueden hacer los jugadores, total, el equipo rival es de menor nivel y la victoria está casi garantizada. Antes del inicio del cotejo nadie se atrevería a decir algo negativo del entrenador, es un crack, o de los jugadores, son todos estrellas. El partido es jugado a un nivel mediocre, ninguna sorpresa, pero Chile gana. Durante la transmisión uno escucha a los relatores de Canal 13 criticar el desempeño de la mayoría de los jugadores y concuerda plenamente. Jugamos mal, pero ganamos, esa es la conclusión, por lo menos hasta unos cuantos minutos más tarde en que aparece "Don Aldo" haciendo su magnífico análisis. Por Dios que manera de ser más hipócrita. Si hay alguien que siempre critica a la selección ante de los partidos, jugadores y entrenador, es él. Todo está mal hecho. Pero curiosamente después de que Chile gana, ajustádamente, todo es perfecto. Nuestros jugadores son excelentes. El entrenador es el mejor. La victoria inapelable. Si señor, un análisis perfecto... Pero el no tiene toda la culpa, ya que solo hace lo que hacemos la mayoría todo el tiempo, odiar y luego amar, amar y luego odiar.
El fútbol según los chilenos.
Las mejores jugadas del partido: